domingo, 18 de diciembre de 2016

LA IMPORTANCIA DEL LABORATORIO EN LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS

LA IMPORTANCIA DEL LABORATORIO EN LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS


La opción preferida de los jóvenes arqueólogos cuando comienzan a transitar de forma práctica  por el mundo de la Arqueología, es casi siempre el poder participar en excavaciones. Es comprensible, dado el grado de aventura que muchas de ellas suelen entrañar, especialmente si son en cuevas, y el grado de misterio e incertidumbre que puede deparar la excavación en cada momento, a medida que se van desenterrando los restos. El laboratorio en cambio no suele ser tan apetecido por los jóvenes profesionales, ya que es una tarea más repetitiva, y no suele despertar mucho entusiasmo el ejercer de “rata de laboratorio”, estudiando los miles de objetos aparecidos en la excavación… y sin embargo, la tarea del arqueólogo en el laboratorio es fundamental, y a medida que se va asumiendo plenamente su importancia, puede llegar a ser apasionante. Es en el laboratorio donde cobran sentido los miles de datos obtenidos en la actividad de campo, y en donde surgen las preguntas más interesantes, y las reflexiones más orientativas en las líneas de investigación seguidas. Es también donde las hipótesis se van convirtiendo en tesis, y donde poco a poco van emergiendo las verdades, y vamos conociendo lo que significan los objetos que entregó la excavación, qué sentido tienen, y lo que realmente pasó. Esto puede ser aplicable a cualquiera de los campos de la investigación, y a las pautas y modelos seguidos en la misma. Un buen ejemplo puede ser la pervivencia de arcaicas tecnologías de la talla de la piedra, en piezas obtenidas en estratos bien definidos e “in situ”. Las pervivencias son un hecho incuestionable a través de la evolución tecnológica en la Prehistoria. Estratos sellados por costras estalagmíticas, así lo indican en yacimientos de amplio espectro cronocultural, desde el Paleolítico Inferior al Cobre. Las nuevas tecnologías se van sumando a las ya conocidas, sin hacerlas desaparecer del todo. Pueden aparecer los núcleos levallois tan característicos del Paleolítico Medio, sin que desaparezcan los arcaicos cantos tallados inventados por Homo hábilis, dos millones y medio de años antes.  Pueden rastrearse en los estratos paleolíticos los productos alargados, hasta convertirse en láminas, con tecnologías bien definidas, que se van perfeccionando, coexistiendo con los estadios más primitivos. Sin embargo, las dudas pueden surgir al arqueólogo cuando las persistencias son literales, y se pregunta si son producto de la pervivencia o de paleorevueltos realizados en los yacimientos por los grupos prehistóricos, aunque los estratos excavados estuvieran sellados por costras estalagmíticas, que impiden posibles percolaciones. Es entonces cuando es necesario rastrear en los hábitats con un solo momento de ocupación (con lo que se evita la posibilidad de paleorevueltos de etapas anteriores) para comprobar si aparecen estos arcaísmos contextualizados en un momento ocupacional concreto), bien sean fondos de cabaña, ocupaciones esporádicas, o talleres puntuales, en yacimientos monoculturales (Neolítico, Cobre, etc.). Un buen ejemplo para estas reflexiones lo podemos encontrar en la Prehistoria Reciente, en estratos de enterramiento, donde pueden aparecer tecnologías muy arcaicas, que pueden venir desde finales del Paleolítico Medio o del Paleolítico Superior, conviviendo con otras nuevas, en estratos sellados incluso por costras estalagmíticas. ¿Son pervivencias? ¿Son paleorevueltos, antes que los goteos de la caverna construyeran la costra estalagmitica, sellando a los enterramientos, con los ajuares depositados, y con posibles restos procedentes de estratos más antiguos, cuando se excavó la fosa para depositar al cadáver?. ¿Cómo valorar a estos objetos encontrados in situ junto a los esqueletos?



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