lunes, 28 de octubre de 2013

LA IMPORTANCIA DE UN ACANTILADO COMO REFUGIO DE ENDEMISMOS

LA IMPORTANCIA DE UN ACANTILADO COMO REFUGIO DE ENDEMISMOS


Casi siempre que se acomete el estudio de un yacimiento arqueológico o de una zona de gran riqueza patrimonial, se suele abordar el estudio geológico y geomorfológico, por la gran importancia que tiene el conocer la evolución del territorio en donde se desenvolvieron los grupos prehistóricos que nos dejaron muchos los restos materiales de su cultura, y a veces sus propios restos, cuando aparecen esqueletos de los autores que la produjeron. Además del escenario de sus andanzas, no es menos importante el conocimiento del medio ambiente que les tocó disfrutar o padecer, tanto en los aspectos de clima, flora y fauna, ya que ello nos ilustra sobre elementos importantes con los que tuvieron que convivir, y que en gran medida condicionaron sus vidas.

A nivel geológico, La Araña cuenta con una serie de escamas calizas (la mayor parte jurásicas y algunas eocenas), que se superponen a un gran paquete detrítico del Permo-Trias, siendo gran parte del conjunto modelado por la erosión. En el modelado del territorio, la erosión marina a sido determinante, a la hora de identificar y reconocer los principales hitos, con tres paleoacantilados marinos (Inferior, Intermedio y Superior) y dos rasas marinas (del Candado-Araña y de La Cantera Principal), que definen la geomorfología del área.
Hoy les mostramos una fotografía del Complejo del Humo, donde se aprecian algunos de los hitos: el Paleoacantilado Inferior, La Rasa de La Araña y el Paleoacantilado Intermedio. Pero además se puede apreciar de forma explicita otra cuestión de relevancia: la importancia que tienen los acantilados para la conservación de algunos endemismos. En la fotografía se intuye como hasta tiempos relativamente recientes la Rasa de La Araña fue roturada para la agricultura de secano, confirmada por la existencia de una era empedrada para la trilla de las mieses. Estas actuaciones antrópicas y otras varias, relegaron a ciertos endemismos prácticamente a los acantilados, que eran las únicas zonas no utilizadas, y en donde se refugio la flora endémica. Cuando se deja de practicar la agricultura, y el área deja de ser utilizada sistemáticamente, comienza la expansión de la flora que hasta entonces había estado confinada en el farallón rocoso. Se puede apreciar como los manchones de Maytenus senegalensis comienzan a colonizar la superficie del cultivo de antaño para el secano, partiendo de los acantilados. Es una grata realidad, que nos permite ver a estos farallones, no solo como simples desniveles abruptos, sino como antiguos guardianes de endemismos protegidos, que debemos seguir protegiendo, para que especies como el Maytenus senegalensis que conocieron los neandertales, hace 120.000 años, pueda seguir existiendo en un futuro, como una de nuestras joyas botánicas, que además es un indicador climático, junto a otros como el acebuche.


Yacimientos Arqueológicos de La Araña   

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