EL HOGAR DE LOS NEANDERTALES.
INTERIOR DE LA CUEVA DEL
HUMO.
Cuando en 1942 José Sánchez
Montes excavó en la entrada del yacimientos, probablemente no se imaginó que
iba a encontrar uno de los signos más emblemáticos de las culturas
prehistóricas: El hogar que muchos milenios antes un grupo de cazadores
recolectores encendieron en la cueva para combatir el frío que las glaciaciones
del norte mandaban hacia este territorio sureño. Pero el hogar no era solo una
mera fuente de calor, era algo mucho más importante y cohesionador, un vórtice en torno al cual se desarrollaban importantes elementos culturales. Sus brasas
contribuyeron al desarrollo de la cultura astronómica al permitirles asar los
alimentos que consumían. El fuego les permitía calentar las piedras silíceas con las que fabricaban
sus herramientas, facilitando una mejor talla. Las lanzas de madera necesitaban
un endurecimiento en la punta, hecho que conseguían recalentándolas en la
soflama del hogar…, y en fin, entorno al crepitar de la leña contaban las
hazañas o peripecias del día a día y se transmitían oralmente los relatos y
creencias de su acervo cultural. Como vemos el fuego para los cazadores
recolectores era algo más que una fuente de calor.
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